Cáncer de ano

El cáncer de ano es una entidad muy poco frecuente, pero muy agresiva. Se manifiesta como una zona indurada en el margen anal, a veces como un eczema y enrojecimiento, con picor y en los casos avanzados puede llegar a ulcerarse. El cáncer de ano como tal es el carcinoma epidermoide, aunque existen otros tipos menos frecuentes. Estos cánceres tienen como característica común que su diseminación ganglionar se produce tanto a nivel retroperitoneal (cadenas ilíacas) como a nivel inguinal.

¿Qué tipos hay?

  • Carcinoma epidermoide: es más frecuente en la mujer y el diagnóstico puede demorarse por confundirse con lesiones benignas. Las heridas perianales crónicas y tractos fistulosos como los de la enfermedad de Crohn o fístulas crónicas predisponen a la aparición de este tipo de cáncer. Toda lesión aparentemente benigna que no cure debe ser biopsiada. El 30% de los pacientes tienen enfermedad metastásica en el momento del diagnóstico. Si la lesión se diagnostica precozmente, es pequeña y no sobrepasa la submucosa, debe tratarse mediante extirpación local. Si el tumor es mayor, debe realizarse tratamiento con quimio y radioterapia simultánea. La amputación abdominoperineal con colostomía (bolsa) definitiva se reserva para aquellos casos (15%) en que aparece recidiva. La supervivencia a los 5 años es del 80%. El tratamiento quirúrgico puede realizarse actualmente por laparoscopia. No se debe realizar linfadenectomía inguinal puesto que no se ha demostrado ningún beneficio.
  • Adenocarcinoma: debe estudiarse el resto de recto y colon pues, habitualmente, es una extensión de un cáncer de recto y raramente es un primario de ano. En este tipo de tumor el tratamiento de elección es la cirugía debiéndose realizar una extirpación de todo el recto y ano (amputación abdominoperineal) dejando una colostomía definitiva. La agresividad de la intervención es mucho menor si se realiza por laparoscopia.
  • Melanoma: es un tumor de ano muy raro, pero muy agresivo siendo la supervivencia a los 5 años menor del 20%. El tratamiento es quirúrgico aunque con resultados sombríos. La quimio y radioterapia no juegan ningún papel en este tipo de tumor. Se recomienda practicar una amputación abdominoperineal tanto de forma curativa como paliativa ya que es la mejor manera de controlar el dolor intenso que aparece.