Adicción al sexo

Cuando hablamos de adicción al sexo no nos referimos a que exista un alto impulso sexual, sino a un trastorno en que la conducta sexual se manifiesta en un patrón caracterizado por la pérdida de control y el mantenimiento de la conducta a pesar de que comporte consecuencias negativas para el individuo.

¿Cuáles son las causas?

El sexo, como cualquier estímulo capaz de producir sensaciones placenteras de forma inmediata, tiene un marcado potencial adictivo. Si este potencial actúa sobre una persona con unas determinadas características (alto impulso sexual, tendencia a la impulsividad o rasgos obsesivos básicamente) puede desencadenarse una conducta adictiva.

¿Cuántas personas sufren adicción al sexo?

Se estima que entre un 5-6% de población se ve afectada por una adicción sexual, con una proporción de 3 a 1 entre hombres y mujeres.

¿Cómo se diagnostica la adicción al sexo?

La adicción al sexo se diagnostica mediante los mismos criterios que se usan para el diagnóstico de la adicción a sustancias:

  • Necesidad cada vez mayor de llevar a cabo la conducta sexual.
  • Síntomas de abstinencia (nerviosismo, inquietud) si no se lleva a cabo la conducta, etc.
  • La conducta sexual se lleva a cabo más frecuentemente de lo planeado inicialmente.
  • Los intentos de reducir esta frecuencia han fracasado repetidamente.
  • Se emplea una gran cantidad de tiempo en relación con la conducta sexual.
  • Se abandonan o reducen actividades importantes.
  • Se continúa con la conducta, a pesar del conocimiento de las consecuencias negativas.

Además de estos criterios pueden usarse determinadas escalas de evaluación y algunas pruebas de laboratorio para determinar los niveles hormonales.

¿Cuáles son los tratamientos para la adicción al sexo?

Existen tratamientos psicológicos de tipo cognitivo conductual, que ayudan al individuo a detener el ciclo adictivo, a identificar los estímulos desencadenantes, a corregir los pensamientos distorsionados y a adoptar un estilo de vida diferente.

Esta terapia puede combinarse con tratamientos farmacológicos que mejoran el ánimo y el control de los impulsos o reducen el impulso sexual, si es necesario.