Ganglios Linfáticos o Adenopatías
- ¿Qué es una adenopatía?
Denominamos adenopatía al aumento anormal del tamaño de uno o varios ganglios linfáticos. El agrandamiento de los ganglios linfáticos, desde un punto de vista fisiopatológico, se produce a través de dos mecanismos:
- El incremento en tamaño o en número de los folículos linfoides del ganglio linfático, lo que explica la aparición de adenopatías en los procesos infecciosos.
- La invasión del ganglio linfático por células de naturaleza tumoral.
- ¿Cuáles son las causas de la aparición de las adenopatías?
La aparición de adenopatías puede observarse sobre todo en el contexto de enfermedades infecciosas y de enfermedades tumorales.
Los tumores, y en especial los linfomas, constituyen, por su importancia de pronóstico, una de las "piedras angulares" de dicho diagnóstico diferencial, de ahí que la aparición de adenopatías genere preocupación acerca de una hipotética enfermedad "maligna". Cabe señalar, sin embargo, que la mayoría de las entidades que integran dicho listado son causa infrecuente de un síndrome adenopático, tal y como demuestran distintos estudios realizados en el ámbito de la medicina primaria, las enfermedades tumorales explican la existencia de adenopatías en tan sólo un pequeño porcentaje de pacientes y, en la gran mayoría de las ocasiones, éstas son de origen inespecífico o reactivo, no pudiendo establecerse con certeza su origen (ver Bibliografía, 3).
- ¿Cómo se establece la causa de la aparición de adenopatías?
Una historia clínica y un examen físico cuidadosos, más que la realización de exploraciones sofisticadas, son esenciales en la evaluación diagnóstica de un síndrome adenopático. Así, el tener en consideración la edad del paciente, la localización, las características y el tiempo de instauración de las adenopatías, la presencia de signos y síntomas asociados a estas y la existencia o no de esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo), permite en la mayor parte de las ocasiones establecer un diagnóstico clínico tras llevar a cabo tan sólo un reducido número de exploraciones y obviar, de esta forma, la realización de una biposia ganglionar.
La edad del paciente, más que ningún otro factor, se ha correlacionado estadísticamente con la posibilidad de que un síndrome adenopático sea de origen neoplásico; así, mientras que los pacientes jóvenes con adenopatías son portadores, por lo general, de enfermedades infecciosas, a partir de los 50 años la posibilidad de que las adenopatías correspondan a un proceso neoplásico se incrementa notablemente. Por otra parte, la sintomatología que aqueja el paciente, sus hábitos tóxicos o la toma de ciertos fármacos relacionados con el desarrollo de enfermedad del suero (alopurinol) o de pseudo-linfomas (fenitoína) pueden ser reveladores de detalles que en ocasiones resultan clave para orientar el diagnóstico, a modo de ejemplo: la denominada sintomatología B (fiebre, pérdida de peso y sudación nocturna) es propia de los síndromes linfoproliferativos, el prurito y el dolor de las adenopatías al tomar bebidas alcohólicas sugieren la existencia de un linfoma de Hodgkin, y el tabaquismo en un paciente con una adenopatía látero-cervical solitaria apunta hacia la posibilidad de un cáncer de cabeza y cuello.
La exploración física dará cuenta de si las adenopatías se hallan localizadas o, si por el contrario, son generalizadas y se asocian a esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo). El síndrome adenopático generalizado con o sin esplenomegalia indica la existencia de un proceso sistémico que puede ser de origen infeccioso (mononucleosis infecciosa, citomegalovirus, virus de la inmunodeficiencia humana, infección por micobacterias, toxoplasmosis), auto-inmune (lupus eritematoso sistémico) o neoplásico (por lo general, síndromes linfoproliferativos crónicos como la leucemia linfática crónica o el linfoma folicular). Las adenopatías localizadas se hallan frecuentemente relacionadas con procesos infecciosos de la región anatómica de la que forman parte el drenaje linfático, con la excepción de las escalénicas y las supraclaviculares –el paradigma de las cuales es el ganglio de Virchow- por el hecho de que recogen el flujo linfático de los pulmones y del espacio retroperitoneal- y traducen, por lo general, la existencia de neoplasias de origen pulmonar, linfático o gastrointestinal. La consistencia de un ganglio linfático, su grado de adherencia a planos profundos y el dolorimiento de este, ya sea espontáneo o desencadenado por su palpación, constituyen datos que podrían considerarse como "clásicos" en la interpretación diagnóstica de un síndrome adenopático. El dolor, producto de una distensión de la cápsula ganglionar desencadenada por el crecimiento rápido del tejido linfático subyacente, indica habitualmente la existencia de un proceso inflamatorio; los ganglios indoloros, por el contrario, apuntan más hacia enfermedades neoplásicas, ya sean linfomas, caso de ganglios móviles y de consistencia elástica, o metástasis ganglionares de tumores "sólidos", caso de aquéllos de consistencia pétrea firmemente adheridos a planos profundos. El tamaño del ganglio linfático se ha relacionado, al igual que la edad, con la posibilidad de que su origen sea benigno o maligno, habiéndose utilizado para elaborar algoritmos que permitan decidir cuando realizar una biopsia ganglionar.
- ¿Qué exploraciones pueden efectuarse para establecer el origen de las adenopatías?
Una vez establecida una orientación diagnóstica basada en la historia clínica y la exploración física, en algunos casos será de utilidad realizar algunas exploraciones complementarias que permitan confirmar el diagnóstico (cultivos, serologías, radiografía de tórax). Cabe hacer una especial mención del hemograma y, en especial, del estudio morfológico de la sangre periférica, una exploración que a pesar de su sencillez, puede aportar información relevante, como por ejemplo la observación de células linfoides reactivas –que sugerirá un síndrome mononucleósico- o la de linfocitos neoplásicos circulantes –que permitirá diagnosticar, en ocasiones sin necesidad de llevar a cabo una biopsia ganglionar, un síndrome linfoproliferativo crónico (frecuentemente una leucemia linfática crónica y, más raramente, un linfoma folicular, un linfoma de células del manto o una tricoleucemia).
- Biopsia del ganglio linfático: ¿Cuándo hay que realizarla?
En aquellos pocos casos en los que los pasos descritos no permitan el establecimiento de un diagnóstico y muy especialmente, en aquellos en los que se sospeche una enfermedad neoplásica, debe practicarse una biopsia ganglionar. La importancia de la biopsioa ganglionar en este contexto queda enfatizada, por su inclusión, como maniobra diagnóstica mayor en las recientes recomendaciones de la European School of Medical Oncology (Escuela Europea de Medicina Oncológica) y también de la americana National Comprehensive Cancer Network para el diagnóstico de las enfermedades linfoproliferativas.
Para asegurar la "rentabilidad" diagnóstica de la biopsia ganglionar es fundamental la colaboración entre el clínico, el cirujano y el patólogo. Ello permitirá decidir qué adenopatía biopsiar, lo que no siempre coincide con la más fácil de biopsiar; en ese sentido son preferibles las adenopatías de las fosas supraclaviculares a las axilares e inguinales. Una vez realizada la biopsia, que preferiblemente debe ser excisional, el ganglio debe mandarse en fresco al Departamento de Anatomía Patológica, donde el patólogo, previa obtención de material para los cultivos microbiológicos si se da el caso, procesará la muestra. El procesamiento consiste en:
1. Obtención de improntas ganglionares, útiles para realizar estudios citológicos, citoquímicos y también de hibridación in situ para el estudio, por ejemplo, de translocaciones cromosómicas.
2. Fijación en formol de una sección ganglionar que posteriormente se incluirá en parafina, lo que permitirá llevar a cabo los estudios morfológicos e inmunohistoquímicos necesarios para llegar al diagnóstico. Idealmente, caso de que se disponga de más material, otra sección ganglionar se utilizará para obtener suspensiones celulares para realizar análisis citofluorométricos y citogenéticos. Finalmente, el material restante deberá congelarse y guardarse en un Banco de Tejidos y emplearse, previo consentimiento del paciente, con fines de investigación y, llegado el caso, también diagnósticos, ya que de los tejidos así congelados se obtiene material genético de alta calidad que, en un futuro cercano, podrá utilizarse en el diagnóstico de las enfermedades linfoproliferativas a través de microarrays de ADN.
- Tratamiento de las adenopatías
El tratamiento del aumento de tamaño de los ganglios linfáticos depende del diagnóstico final al cual se haya llegado. Por lo dicho anteriormente, en la mayoría de los casos, debido a que se trata de adenopatías de carácter inflamatorio o reactivo, no será preciso efectuar ningún tratamiento.
A no ser que una causa mayor obligue a ello, es necesario no tratar un síndrome adenopático antes de que su causa esté bien establecida, especialmente con glucocorticoides, cuyo efecto linfolítico puede oscurecer y demorar el diagnóstico de la mayoría de las neoplasias linfoides.
- Bibliografía
- Blijham, G.H; Fijten, G.H (1988). Unexplained lymphadenopathy in family practice. An evaluation of the probability of malignant causes and the effectiveness of physician's workup. J Fam Pract, 27: 373.
- Feliu, E.; Grañena, A.; Montserrat, E.; Rozman, C.; Vives, Corrons, J.L. (1981): "Síndrome adenopático", Atlas Práctico para el Médico General. Hematología. Salvat editores, S.A.
- Fletcher, R.H (2006): "Evaluation of peripheral lymphadenopathy in adults", dins: UpToDate, version 14.2.