Baxarias Mir Victoria
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en el adulto
El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) es un trastorno de base neurobiológica que se inicia en la infancia y que puede persistir, con mayor o menor severidad, a lo largo de toda la vida.
- ¿Cuáles son los síntomas del TDAH?
El TDAH se caracteriza por dos grandes grupos de síntomas:
- Desatención. Las personas con TDAH presentan dificultades para mantener la atención y concentración, a no ser que la tarea sea muy interesante para ellas. Se distraen con mucha facilidad por estímulos irrelevantes, aunque en ocasiones se pueden concentrar de tal manera que no consiguen dar por terminada aquella actividad que les absorbe.
Con frecuencia tienen dificultades para activarse e iniciar una tarea o actividad y pueden retrasarla hasta que su realización sea inevitable. Tienen muchas dificultades para planificar y establecer prioridades, tendiendo a ser muy poco constantes en la realización de sus tareas.
Les es muy difícil saber calcular el tiempo que necesitan para hacer una acción y es común que lleguen tarde a las citas o las olviden.
Tienen dificultades para retener información, se olvidan de lo que van a hacer, de lo que van a decir, de dónde dejan las cosas, tendiendo a ser un tanto caóticos.
- Hiperactividad - Impulsividad. La hiperactividad se manifiesta principalmente por la sensación de inquietud interna. En ocasiones, la hiperactividad es mental, provocando pensamientos circulares y dispersión de ideas, habla rápida o inicio de varias actividades al mismo tiempo. La hiperactividad puede comportar, asimismo, problemas de sueño.
La impulsividad puede comportar dificultades en el control de los impulsos, respondiendo o actuando sin pensar, con comportamientos compulsivos (compras, comida, alcohol, sexo, etc.), interrupción de las conversaciones de los demás o cambios precipitados de trabajo o de pareja.
Los pacientes con hiperactividad o impulsividad presentan una baja tolerancia a la frustración, se enfadan con facilidad, son impacientes, no soportan esperar o hacer colas y les resulta muy difícil regular y controlar sus emociones.
Vivir con esta sintomatología puede conllevar una baja autoestima, sensación de fracaso, problemas de relación o con la autoridad, problemas financieros, accidentes de tráfico, consumo de tóxicos, desmotivación, ansiedad y cambios frecuentes de estado de ánimo.
Al mismo tiempo, como aspectos positivos, cabe señalar que las personas con TDAH a menudo son muy persistentes con lo que creen y quieren, son capaces de trabajar cuando otros ya han tirado la toalla, afrontan los retos con sentido del humor y creatividad, son apasionados, intensos y muy intuitivos.
- ¿Cuál es la causa?
El TDAH es un trastorno de la biología del cerebro que, en un alto porcentaje de casos, se transmite genéticamente. Los genes que se asocian con el TDAH se hallan vinculados principalmente a dos neurotransmisores cerebrales: la dopamina y la noradrenalina. Por esta razón, los fármacos que elevan los niveles de estas sustancias pueden ayudar a atenuar la sintomatología.
También se han hallado alteraciones en la estructura y el funcionamiento de determinadas áreas cerebrales.
Los estudios genéticos, neuroquímicos y de neuroimagen señalan que el TDAH es de origen hereditario en el 80% de las personas que lo padecen. En el 20% restante, algunos factores ambientales pueden explicar el origen del TDAH, como el bajo peso al nacer (por debajo de 2 kg.) o el consumo de algunas drogas durante el embarazo.
- ¿Cuántos adultos sufren TDAH?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 5% de la población adulta padece TDAH, cifra que lo sitúa entre uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes, aunque la mayoría de esta población no sabe que lo padece.
Los estudios longitudinales ponen de manifiesto que un 50-60% de los niños con TDAH mantendrán, aunque de manera distinta o menos aparente, la sintomatología propia del trastorno cuando sean adultos. La persistencia de estos síntomas en los adolescentes y en los adultos apoyan el concepto de que el TDAH es un trastorno crónico para muchos pacientes.
- ¿Cómo se diagnostica el TDAH en los adultos?
El diagnóstico en los adultos, igual que en los niños y adolescentes, se basa en la identificación de los síntomas y signos que caracterizan el trastorno a través de la historia clínica, de cuestionarios desarrollados específicamente para los adultos y de test neuropsicológicos que evalúan las funciones ejecutivas del cerebro.
También puede resultar importante la información que aportan los familiares, como los padres o la pareja.
Actualmente, no existe ningún examen médico (análisis o prueba de neuroimagen) que pueda determinar el diagnóstico de TDAH.
- ¿Cuáles son los requisitos para poder efectuar el diagnóstico?
Para que una persona pueda ser diagnosticada de TDAH, sus síntomas deben haberse iniciado en la infancia o en el inicio de la adolescencia y haber comportado, al menos, un grado moderado de interferencia a nivel psicológico, social, académico o laboral.
Debe descartarse también la presencia de otras patologías médicas o psiquiátricas que pueden originar síntomas parecidos al TDAH.
El diagnóstico debe efectuarlo un médico especialista en psiquiatría o neurología o un psicólogo clínico. Es importante que sean profesionales con experiencia en este trastorno.
En los adultos, el TDAH puede resultar de difícil diagnóstico por varias razones:
- El trastorno va modificando sus características a lo largo de los años.
- Los individuos afectados hallan la forma de compensar sus déficits.
- Con frecuencia, el TDAH se asocia a otros problemas psiquiátricos (a menudo como consecuencia del propio trastorno) que pueden enmascarar su existencia.
- ¿Cuál es el tratamiento del TDAH?
El tratamiento que ha demostrado mejores resultados es la combinación del abordaje farmacológico y el psicológico. Para llevarlo a cabo es necesario un equipo multidisciplinar, donde trabajen de manera coordinada médicos psiquiatras, psicólogos clínicos y especialistas en el apoyo dentro de los ámbitos que pueden verse afectados por el TDAH (académico, laboral o pareja).
El plan terapéutico se individualiza de acuerdo con los síntomas y con los objetivos concretos a alcanzar.
Tratamiento farmacológico
Para el tratamiento del TDAH, se utilizan dos grandes grupos de fármacos:
- Los estimulantes, que aumentan la concentración en el cerebro de un neurotransmisor llamado dopamina, cuya acción es estimular determinadas áreas cerebrales que en el TDAH se hallan hipoactivas. El principal representante de este grupo de fármacos es el metilfenidato, que puede ser de liberación rápida o de liberación prolongada.
- Los no estimulantes, que actúan sobre otro neurotransmisor denominado noradrenalina y cuyo principal representante es la atomoxetina.
Además del tratamiento farmacológico específico para el TDAH, con frecuencia se utilizan otros fármacos para el tratamiento de las condiciones asociadas, como los ansiolíticos para la ansiedad, los antidepresivos para la depresión o fármacos para mejorar el control de los impulsos.
Tratamiento psicológico
El tratamiento psicológico se inicia con el diagnóstico, ya que, en muchos casos, resulta terapéutico por sí mismo. Ello es así por el alivio que ofrece el entender que muchas de las dificultades con que se ha encontrado la persona a lo largo de su vida se corresponden con una entidad clínica definida y con posibilidades de tratamiento.
A grandes rasgos, el tratamiento psicológico se centra en la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual y el entrenamiento personal (coaching).
- La psicoeducación, dirigida a los pacientes y sus familiares, consiste en proporcionar una información completa sobre el trastorno y sus repercusiones a lo largo de la vida de la persona. Ello permite al paciente modificar creencias erróneas sobre sí mismo y cambiar los posibles sentimientos de culpa o la baja autoestima por la consciencia y el conocimiento del trastorno y sus implicaciones, desarrollando formas más efectivas de afrontamiento.
- La terapia cognitivo-conductual se centra en la modificación de conductas o pensamientos desadaptativos y en el desarrollo de hábitos y estrategias para afrontar los síntomas del TDAH y sus consecuencias.
Algunas de estas estrategias consisten en técnicas de aprendizaje de planificación, organización y priorización, gestión del tiempo, establecimiento de rutinas y hábitos, entrenamiento en la solución de problemas, estrategias para la mejora de la atención y la memoria o estrategias para la mejora del autocontrol de conductas y emociones.
- El entrenamiento personal: las personas con problemas importantes de organización, planificación y evitación (por constantes aplazamientos) pueden beneficiarse de un psicólogo que hace la función de entrenador personal.
Este profesional ayudará a planificar objetivos y a mantenerse centrado en ellos, proporcionando un marco de seguridad, de apoyo, de trabajo y de análisis hasta conseguir un funcionamiento autónomo. Ello es especialmente importante en adolescentes y adultos jóvenes, ya que si no son diagnosticados y tratados correctamente, presentan mayores probabilidades de abuso de sustancias y de fracaso académico. Por esta razón, en nuestro equipo hemos incorporado la figura de entrenador personal (coach) a nivel académico para jóvenes y adultos con TDAH.
En conclusión, nuestros objetivos son, por una parte, reducir los síntomas del TDAH mediante el tratamiento farmacológico y, por otra, permitir que la persona aprenda, mediante el tratamiento psicológico, a regular su conducta, desarrollar nuevos hábitos y manejar los problemas emocionales y cognitivos asociados.
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