Pie y calzado en el niño

¿Qué importancia tiene el calzado en el crecimiento del niño?

El calzado tiene la misión de proteger el pie contra las irregularidades del terreno, golpes, suciedad, humedad y frío. En el niño tiene una importancia especial ya que realiza una actividad física muy activa, corre, salta, juega y además es un pie en crecimiento. Por este motivo el calzado puede influir en el desarrollo natural (fisiológico) del niño.

Partes del calzado

El zapato está constituido por la suela, que es la parte situada por debajo del pie, y por la caña, que es la parte del calzado que no es la suela ni el tacón. La caña está constituida por el contrafuerte del talón, de gran importancia en el niño, el corte y la puntera.

¿Cómo debe ser el calzado del niño?

La suela del zapato no debe ser de un material excesivamente rígido para permitir la flexión de las articulaciones del pie, principalmente de las articulaciones metatarso-falángicas. La longitud de la pala, es decir, la distancia entre la punta del calzado y el origen del lazo debe ser lo suficientemente larga, para sujetar el pie, pero ha de permitir la entrada y salida del pie con cierta facilidad. El calzado se fabrica sobre unos moldes denominados hormas y sobre ellas se montan las diversas piezas del zapato. Estas hormas pueden tener mayor o menor curvatura favoreciendo o dificultando la rotación interna del pie y una puntera de distintas formas. El tacón debe ocupar ¼ parte de la horma y la parte posterior de la pala no será menor de 1/3 del largo de la horma.

¿Cómo escoger el número de zapato?

La numeración del calzado en teoría debería designar la distancia entre la parte posterior del talón y el extremo del dedo más largo, que no siempre es el dedo gordo. La numeración se realiza con relación al punto de París (6,66 mm.), 3 números equivalen a 2 cm.

¿Cómo se debe probar el zapato?

  • Abrir bien el calzado
  • Quitar los cordones
  • Colocar el talón del pie en el fondo de la talonera
  • Entre la puntera útil del zapato y el dedo más largo debe caber el grosor de un dedo

¿Qué es el calzado fisiológico?

El calzado fisiológico es el que deben llevar los niños y las personas con pies normales, ha de permitir una correcta deambulación y no impedir el desarrollo del pie, ni la movilización del tobillo. Para ello ha de respetar los cambios de volumen del pie que se producen en la marcha, con la carga y descarga y la movilidad de los dedos. No debe obstaculizar la circulación arterial y venosa. El pie debe poder controlar el calzado cuando el antepié está apoyado en el suelo y el talón levantado. Para ello el contrafuerte del talón debe tener una cierta rigidez, así no dificultará poder girar el pie mientras andamos o corremos, como sucede al llevar zuecos o chancletas.

El pie en la evolución del niño

El pie del lactante hasta los 8 meses de edad posee una sensibilidad táctil y extereoceptiva (capacidad para el reconocimiento) más fina que en la mano. Por este motivo el lactante utiliza los pies para tocar todo lo que tiene a su alcance. Estos gestos le ayudan a conocer el mundo que le rodea. A partir de los 8 meses pasa a tener una sensibilidad más profunda y consciente de los receptores periféricos de los músculos, tendones y ligamentos (sensibilidad propioceptiva). No debemos anular la sensibilidad táctil ni el sentido propioceptivo, sino que debemos estimularlo favoreciendo el reconocimiento de la extremidad inferior con la boca.

Cuando empieza a ponerse de pie y andar, el niño inicia un aprendizaje con la sensibilidad táctil en relación con el suelo y con la sensibilidad propioceptiva al interrelacionar la talla corporal con el peso y la bóveda plantar necesaria para sus desplazamientos.

Por estos motivos al niño se le ha de dejar los pies lo más libres posibles en su desarrollo, no es necesario calzarlo hasta los 2-3 meses de edad. Cuando inicia la marcha es aconsejable que el zapato sea como un guante con una suela flexible y una puntera que no sea dura, de piel o tejido suave y que no tenga plantilla interiores. Finalizada la etapa de aprendizaje la suela ha de ser flexible para poder movilizar las articulaciones tarso-metatarsianas, con un talón con un contrafuerte sólido y que no sobrepase la articulación de tobillo (articulación subastrágalina) con una puntera alta y con un leve refuerzo para protección contra los golpes.