Aguilar Fernández Lluis
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¿Qué son?
Se denomina infiltración a la inyección de una solución en los tejidos.
En la patología del aparato locomotor, las infiltraciones se han utilizado frecuentemente como terapia mínimamente invasiva y en diferentes localizaciones (intrarticular, paraarticular, inserciones tendinosas, intramuscular….) con una eficacia demostrada y con un rango de complicaciones aceptable (necrosis cutánea, infección…). El objetivo ha sido siempre aportar una solución antiinflamatoria a nivel local de una potencia suficiente como para compensar una situación previa descompensada (tendinitis, artritis, esguince muscular, etc.) por un traumatismo, por una sobrecarga o por cualquier noxa que haya intervenido sobre un precario equilibrio no doloroso previo y que creemos que se puede recuperar.
Así pues, las palabras clave son descompensación y dolor. Se refiere dolor al producirse la descompensación de un estado previo (p.ej. forzar el movimiento de una articulación con artrosis) y pretendemos volver a ese estado de compensación previa consiguiendo, como consecuencia, la desaparición de la clínica dolorosa. No se pretende la "curación" y sí el "confort".
En nuestro ámbito de trabajo nos encontramos frecuentemente con patologías de tipo degenerativo de años de evolución que en determinados momentos de su historia natural presentan cuadros dolorosos de diferente intensidad. El tratamiento con infiltraciones se ha demostrado eficaz para superar esos episodios con una mínima agresividad terapéutica. Si la terapia deja de ser efectiva, es el momento de valorar tratamientos, quirúrgicos o no, que permitan solucionar el problema del paciente, es decir, el dolor y la limitación funcional.
Otra de las indicaciones del tratamiento con infiltraciones es el de intentar discernir el origen anatómico de un cuadro doloroso. En la zona lumbar es importante distinguir si un dolor es de origen facetario, discogénico, radicular, muscular o por inestabilidad, y la práctica de "bloqueos" selectivos nos puede ayudar a comprender el origen del dolor y, por tanto, cuál puede ser el mejor gesto terapéutico.
Respecto a las sustancias a infiltrar, el "gold standard" es en estos momentos la combinación de un anestésico local y un corticoide, a diferentes concentraciones y en diferentes cantidades según la zona a infiltrar. Los efectos secundarios de este tratamiento se centran sobre todo en:
- Intolerancia o alergia a uno de los productos
- Efecto hiperglucemiante del corticoide
- Efecto hipertensivo del corticoide. A esto hemos de añadir las posibles complicaciones debidas a las particularidades anatómicas de cada sitio de punción. (p.ej. punción del saco dural).
En el caso de las complicaciones derivadas de la utilización de los corticoides, se están desarrollando productos que permiten obtener efectos antiinflamatorios potentes a nivel local. Se ha utilizado el ácido hialurónico, el ozono y otros. También se están diseñando estudios para utilizar el sobrenadante de los factores de crecimiento de origen plaquetar por su gran actividad antiflogótica.
La utilización de diferentes tipos de infiltraciones especializada en patología del raquis persigue dos objetivos:
- El tratamiento rápido y dirigido específicamente a la etiología de la patología que provoca el cuadro de dolor o alteración neurológica por la que consulta el paciente
- Para establecer de forma sistemática la eventual etiología del cuadro que presenta el paciente.
Ya sea como tratamiento único o como paso previo y necesario para justificar otros tratamientos posteriores (rizólisis, nucleoplastia, cirugía), las infiltraciones en sus diferentes tipos y modalidades han demostradosu eficacia para mejorar el tratamiento de los cuadros descritos con alivio sintomático inmediato, disminuyen el coste general del tratamiento de cada uno de los pacientes y nos proporcionan un medio para objetivar la necesidad de otros tratamientos más costosos así como para descartar la indicación de algunos de ellos (p. ej.: en un paciente que no relata ninguna mejoría tras la práctica de infiltraciones facetarias, no queda justificado indicar un tratamiento mediante rizólisis y tal vez sea necesario plantear directamente un tratamiento quirúrgico definitivo).
- Infiltración epidural dorsal
Se utiliza para el diagnóstico y tratamiento de los cuadros secundarios a síndromes compresivos de canal ya sean debidos a la presencia de hernias discales mediales o de gran tamaño o bien a los cuadros conocidos como "estenosis de canal" deorigen mayoritariamente artrósico-degenerativos.
Se pueden considerar un paso previo a una cirugía descompresiva (microdiscectomía o liberación de canal estenótico según el caso) o bien, como la experiencia demuestra, un tratamiento definitivo a dichos problemas. Es necesario hacer constar que este tipo de infiltraciones se practican con anestésico y corticoide a nivel lumbar y solo con corticoide a nivel cervical.
Un tipo especial de infiltración epidural es la que denominamos infiltración epi-peridural que utilizamos para el tratamiento de dolores radiculares purosy que pretende la instilación de una cantidad de líquido antiinflamatorio justo en la zona de salida de la raíz, allí donde se produce la compresión por eventuales hernias discales, osteofitos… Es también de utilidad en los casos de persistencia de dolor post-discectomía en los que se sospecha la presencia de fibrosis postoperatoria sintomática. A diferencia de la epidural dorsal, se pretende colocar el líquido infiltrado en la cara ventral del saco duraly en el triángulo compuesto por el saco, la raíz superior y la inferior homolateral.
- Para más información, puede consultar el vídeo sobre infiltración epidural dorsal
- Infiltración facetaria
Se pretende la infiltración de los procesos articulares (apófisis articulares) de forma selectiva para descartar y/o tratar dolores de tipo mecánico facetario. Esta infiltración (también llamada bloqueo facetario) es útil para el tratamiento del denominado síndrome facetario consistente en un dolor mecánico que se produce de forma principal a los cambios de movimientos y en especial al levantarse por la mañana y a los movimientos de semiflexión. Si el resultado clínico es favorable puede considerase como el tratamiento principal. Si los dolores se repiten tras haberse comprobado una mejoría sintomática se puede pasar a un segundo escalón terapéutico que sería el tratamiento mediante rizólisis (termocoagulación facetaria). Este tratamiento no debería ser practicado sin la previa comprobación de la etiología del cuadro que se demostraría con el alivio sintomático tras la realización de bloqueos facetarios. Este tipo de infiltraciones se pueden practicar a nivel cervical, dorsal y lumbar aunque es en esta última área anatómica dónde encontramos su máxima aplicación. El bloqueo facetario puede ser también de gran ayuda en episodios de grave contractura muscular, en especial lumbar, para alivio sintomático y funcional de urgencias.
- Para más información, puede consultar el vídeo sobre infiltración facetaria
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