Infiltraciones

¿Qué son?

Se denomina infiltración a la inyección de una solución en los tejidos.

En la patología del aparato locomotor, las infiltraciones se han utilizado frecuentemente como terapia mínimamente invasiva y en diferentes localizaciones (intrarticular, paraarticular, inserciones tendinosas, intramuscular….) con una eficacia demostrada y con un rango de complicaciones aceptable (necrosis cutánea, infección…). El objetivo ha sido siempre aportar una solución antiinflamatoria a nivel local de una potencia suficiente como para compensar una situación previa descompensada (tendinitis, artritis, esguince muscular, etc.) por un traumatismo, por una sobrecarga o por cualquier noxa que haya intervenido sobre un precario equilibrio no doloroso previo y que creemos que se puede recuperar.

Así pues, las palabras clave son descompensación y dolor. Se refiere dolor al producirse la descompensación de un estado previo (p.ej. forzar el movimiento de una articulación con artrosis) y pretendemos volver a ese estado de compensación previa consiguiendo, como consecuencia, la desaparición de la clínica dolorosa. No se pretende la "curación" y sí el "confort".

En nuestro ámbito de trabajo nos encontramos frecuentemente con patologías de tipo degenerativo de años de evolución que en determinados momentos de su historia natural presentan cuadros dolorosos de diferente intensidad. El tratamiento con infiltraciones se ha demostrado eficaz para superar esos episodios con una mínima agresividad terapéutica. Si la terapia deja de ser efectiva, es el momento de valorar tratamientos, quirúrgicos o no, que permitan solucionar el problema del paciente, es decir, el dolor y la limitación funcional.

Otra de las indicaciones del tratamiento con infiltraciones es el de intentar discernir el origen anatómico de un cuadro doloroso. En la zona lumbar es importante distinguir si un dolor es de origen facetario, discogénico, radicular, muscular o por inestabilidad, y la práctica de "bloqueos" selectivos nos puede ayudar a comprender el origen del dolor y, por tanto, cuál puede ser el mejor gesto terapéutico.

Respecto a las sustancias a infiltrar, el "gold standard" es en estos momentos la combinación de un anestésico local y un corticoide, a diferentes concentraciones y en diferentes cantidades según la zona a infiltrar. Los efectos secundarios de este tratamiento se centran sobre todo en:

  • Intolerancia o alergia a uno de los productos
  • Efecto hiperglucemiante del corticoide
  • Efecto hipertensivo del corticoide. A esto hemos de añadir las posibles complicaciones debidas a las particularidades anatómicas de cada sitio de punción. (p.ej. punción del saco dural).

En el caso de las complicaciones derivadas de la utilización de los corticoides, se están desarrollando productos que permiten obtener efectos antiinflamatorios potentes a nivel local. Se ha utilizado el ácido hialurónico, el ozono y otros. También se están diseñando estudios para utilizar el sobrenadante de los factores de crecimiento de origen plaquetar por su gran actividad antiflogótica.

La utilización de diferentes tipos de infiltraciones especializada en patología del raquis persigue dos objetivos:

  • El tratamiento rápido y dirigido específicamente a la etiología de la patología que provoca el cuadro de dolor o alteración neurológica por la que consulta el paciente
  • Para establecer de forma sistemática la eventual etiología del cuadro que presenta el paciente.

Ya sea como tratamiento único o como paso previo y necesario para justificar otros tratamientos posteriores (rizólisis, nucleoplastia, cirugía), las infiltraciones en sus diferentes tipos y modalidades han demostradosu eficacia para mejorar el tratamiento de los cuadros descritos con alivio sintomático inmediato, disminuyen el coste general del tratamiento de cada uno de los pacientes y nos proporcionan un medio para objetivar la necesidad de otros tratamientos más costosos así como para descartar la indicación de algunos de ellos (p. ej.: en un paciente que no relata ninguna mejoría tras la práctica de infiltraciones facetarias, no queda justificado indicar un tratamiento mediante rizólisis y tal vez sea necesario plantear directamente un tratamiento quirúrgico definitivo).