Aguilar Fernández Lluis
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De modo general podemos clasificar las lesiones de la columna vertebral en tres tipos. El tipo de lesión más frecuente y menos grave es la fractura acuñamiento. Esta fractura se caracteriza por que el cuerpo vertebral, habitualmente cuadrado, se acuña en su región anterior. Muy raramente se asocia a una lesión neurológica.
El segundo tipo en frecuencia es la fractura-estallido. En esta fractura el cuerpo vertebral "estalla" en múltiples fragmentos. El grado de conminución determinará la inestabilidad de la fractura. Esta fractura suele ser debida a traumatismos de alta energía y no es infrecuente que se asocie a lesiones neurológicas ya que los fragmentos óseos pueden desplazarse al interior del canal raquídeo y comprimir las estructuras neurales. No obstante, hay que insistir que la presencia de estos fragmentos dentro del canal no implica, necesariamente, que se haya producido o vaya a producirse una lesión neurológica.
Por último, la forma más grave de lesión vertebral es la fractura-luxación. A consecuencia de traumatismos de muy alta energía, se rompen los ligamentos que unen a las vértebras entre sí, y dos vértebras contiguas pierden su relación fisiológica. Esta pérdida de posición distorsiona también la forma del canal medular y, por dicha razón, en muchas de estas lesiones se produce una lesión de la médula espinal.
El tipo de tratamiento más indicado para cada lesión dependerá, esencialmente, del tipo de fractura y de la presencia de lesión neurológica. Otros factores a tener en cuenta son la edad y las expectativas del paciente.
El tratamiento conservador, habitualmente, consiste en colocar un corsé rígido (de yeso o de plástico) durante unos tres meses. El tratamiento quirúrgico se basa en practicar una fijación interna intentando corregir la vértebra deformada y obtener una estabilización sólida.
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