Vaginismo

El vaginismo se produce por un espasmo involuntario de la musculatura vaginal, que impide realizar el coito y a menudo también introducir tampones, dedos o la exploración ginecológica. Cuando la mujer con vaginismo intenta la penetración, a pesar de su voluntad y predisposición, experimenta un intenso dolor y halla un obstáculo que le impide continuar.

¿Cuáles son las causas?

Aunque en ocasiones puede identificarse un factor causal, como antecedentes de abuso o trauma sexual o miedo al dolor o a una hemorragia, con frecuencia nos hallamos ante un problema estrictamente muscular, en el cual, ante cualquier intento de penetración, se produce un espasmo reflejo e involuntario de la musculatura del tercio externo del canal vaginal.

Cuando el vaginismo se desencadena tras un periodo previo de correcto funcionamiento sexual, la causa suele ser una condición médica previa (como una infección o una episiotomía) que ha comportado dolor en la penetración durante un tiempo.

¿Cuántas personas sufren vaginismo?

Aproximadamente un 4% de mujeres sufre vaginismo primario. Suele descubrirse al intentar introducir tampones vaginales o al iniciar las primeras relaciones sexuales coitales, sea cual sea la edad en la que se inicien. En ocasiones, la mujer no busca ayuda profesional hasta que desea un embarazo.

¿Cómo se diagnostica el vaginismo?

El vaginismo se diagnostica por la sintomatología que explica la paciente y se confirma mediante una exploración ginecológica. Esta exploración, además de mostrar el espasmo muscular, debe descartar cualquier causa orgánica (malformaciones o tabiques vaginales) que impida la penetración.

Mediante técnicas (no invasivas y totalmente indoloras) de biofeedback electromiográfico, se puede discriminar si el origen es principalmente muscular o psicógeno. Estas técnicas también permiten objetivar y mostrar a la paciente el grado de espasmo muscular que presenta.

¿Cuáles son los tratamientos para el vaginismo?

El tratamiento del vaginismo se basa en el descondicionamiento progresivo del espasmo muscular causante del problema. Para ello, la paciente debe aprender a identificar la musculatura pélvica y aplicar una serie de técnicas que se prescriben en la consulta y la paciente lleva a cabo en su domicilio, siendo supervisadas regularmente por el terapeuta. En este proceso puede ser de ayuda el uso de técnicas de biofeedback.

Paralelamente deben abordarse las ideas erróneas relativas a la penetración, así como el control de la ansiedad que pueda exacerbar la tensión muscular.

Si se precisa, se puede recurrir al uso de fármacos relajantes musculares.

Aunque se trata de una disfunción sexual que no suele resolverse sin ayuda (ya que como más se insiste, más empeora), también es la que posee el mayor porcentaje de éxitos en su tratamiento.