Unidad Barceló Garcia Pere
¿Qué es la espondilitis anquilosante?
La espondilitis anquilosante (del grigo spondylos: vértebra y ankylos: fusión, soldadura) es una enfermedad crónica de origen autoinmune que afecta fundamentalmente a las articulaciones vertebrales y de la pelvis (articulación sacroilíaca), produciendo dolor de características inflamatorias y una tendencia a la fusión vertebral. El resultado final de este proceso es la pérdida global de la flexibilidad de la columna, que queda rígida y fusionada.
La frecuencia de la espondilitis anquilosante es del 0,5-1% de la población, y básicamente afecta en un 90% de los casos a varones de entre 20-40 años. La afectación en mujeres es menos frecuente (10%) y suele ser más benigna.
Se trata de la más frecuente de las enfermedades englobadas dentro del grupo de las "espondiloartropatías" , y comparte rasgos clínicos parecidos a otras de esas patologías, como la artritis psoriásica, la enfermedad de Crohn o la Colitis Ulcerosa.
- ¿Cuáles son los síntomas?
El síntoma primordial es el dolor glúteo y de espalda, principalmente dorsal y lumbar, de características inflamatorias. Es decir, que mejora con el movimiento y empeora con el reposo. Por ello, los pacientes con espondilitis suelen explicar que padecen dolor de espalda de predominio en la madrugada, cuando llevan varias horas en la cama, que en ocasiones les oblige a levantarse, acompañado de sensación de rigidez de espalda matutina que puede durar varias horas o incluso todo el día.
Su instauración puede ser paulatina a lo largo de meses o años, por lo que en la mayoría de los casos el paciente no puede determiner con exactitud cuándo empezaron los síntomas. Otros síntomas asociados pueden ser la psoriasis cutánea, la inflamación ocular (uveitis), la artritis en articulaciones periféricas (por ejemplo cadera, rodillas y tobillos) y las tendinitis de repetición (entesitis).
- ¿Cómo se diagnostica?
Ante todo es esencial realizar una minuciosa historia clínica, haciendo hincapié en los antecedentes personales y familiares del paciente, y una detallada exploración física. Pequeños datos que a veces pueden parecer irrelevantes ayudan a diferenciar un tipo de espondiloartropatía de otra. A parte de los signos y síntomas clínicos, necesitamos evidencias radiológicas. Se suelen realizar placas simples de pelvis y de columna con el objetivo de estudiar si existen fenómenos de fusión vertebral o erosiones en las articulaciones sacroilíacas. En ocasiones, se necesita realizar una resonancia magnética para evidenciar la presencia de inflamación o no en estas articulaciones. El papel de la ecografía musculoesquelética es importante, pues la espondilitis puede afectar a tendones y ligamentos produciendo inflamación (tendinitis) fácilmente observable mediante ecografía.
Finalmente, es necesario investigar la presencia de una señal específica en las células del paciente, el "antígeno HLAB27", mediante un análisis de sangre. Se ha observado que la espondilitis anquilosante aparece con mayor frecuencia en aquellos pacientes portadores de esta señal transmitida genéticamente. Asimismo, se determinan los "reactantes de fase aguda" (velocidad de la sangre y proteína C reactiva), que nos indican el grado de inflamación articular existente.
- ¿En qué consiste el tratamiento?
Actualmente no existe un tratamiento curativo para la espondilitis anquilosante, pero esto no significa que no podamos hacer desaparecer la inflamación.
Inicialmente, se suelen utilizar tratamientos como los antiinflamatorios convencionales y la fisioterapia con el objetivo de aliviar el dolor y mejorar la flexibilidad del raquis. Si ello no fuera suficiente, se utilizan los llamados "fármacos antirreumáticos", entre los que destacan el metotrexato y la salazopirina y las denominadas "terapias biológicas". Se trata de medicaciones inmunoreguladores de amplia experiencia de uso y muy eficaces, con pocos efectos secundarios y muy bien tolerados. En la mayoría de los casos, con el tratamiento adecuado se consigue un buen control de la espondilitis, pero es importante insistir al paciente en la necesidad de mantener un buen nivel de actividad física.
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