Unidad de Pie diabético

Diabetes y pie diabético

En 2008, la Organización Mundial de la Salud cifraba sus estimaciones de Diabetes Mellitus (DM) en el 3,5 % de la población mundial: 212 millones de personas. De ellas, correspondían 9 millones a DM tipo I y 203 millones a DM tipo II. A partir de estos datos, las estimaciones para el año 2020, son de un incremento sustancial, alcanzando los 281 millones de personas diabéticas.

¿Qué riesgos presenta?

La DM forma parte de los cuatro factores de riesgo clásicos de las enfermedades arterioscleróticas, junto al tabaquismo, la hipertensión y la hipercolesterolemia.

La metamorfosis desde el descubrimiento de la insulina en 1922 es asombrosa. En la era preinsulínica morían el 65% de los pacientes en coma diabético; después del dominio de las desviaciones metabólicas agudas, pasaron las vasculopatías y las infecciones a primer plano. La posterior aparición de los antibióticos hizo retroceder las infecciones y actualmente 2/3 de los diabéticos mueren por complicaciones vasculares.

La razón que hace de la diabetes un importante problema sanitario es la presentación de complicaciones.

¿Qué es el pie diabético?

Uno de los problemas más temidos, por lo que afecta a la calidad de vida de los diabéticos, es la aparición de úlceras en los pies, como secuela de dos de las complicaciones crónicas más habituales de esta enfermedad: la neuropatía periférica y la insuficiencia vascular. La combinación de estos factores descritos, neuropatía y angiopatía, junto con el alto riesgo de infección y las presiones intrínseca y extrínseca debidas a las malformaciones óseas en los pies, constituyen los desencadenantes finales, del problema que en este momento nos ocupa: el pie diabético.

La Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular define el pie diabético como una "alteración clínica de base etiopatogénica neuropática inducida por la hiperglicemia mantenida, en la que con o sin coexistencia de isquemia, y previo desencadenante traumático, se produce la lesión y/o ulceración del pie". Se refiere a que la causa inicial es un traumatismo previo (callosidad, uña clavada, herida, rozadura, etc.) sobre un pie insensible por afectación de los nervios debido a la elevación mantenida de la glucemia y que, dependiendo de la existencia de afectación vascular, tendrá mayores o menores consecuencias.

¿Cuál es el riesgo de sufrir una gangrena?

El riesgo de que un paciente diabético sufra una amputación menor y/o mayor es elevado. Gran número de estudios aseveran que la incidencia acumulativa de amputaciones en la población a la que se diagnostica la enfermedad antes de los 30 años y con una evolución de más de diez, supera el 5% en la DM tipo I y el 7% en la DM tipo II. El 8% de los pacientes diabéticos adultos ya tienen enfermedad arterial en las extremidades inferiores cuando se les diagnostica la DM. La existencia de esta afectación vascular en extremidades inferiores implica la presencia, en más o menos grado, de una enfermedad cardiaca o cerebral concomitante.

Entre el 40-50% de los enfermos diabéticos desarrollan a lo largo de su vida úlcera en el pie, que en un 20% es causa de la amputación de la extremidad.

Una úlcera en el pie de un paciente diabético, en relación a uno no diabético, tiene menos posibilidades de cicatrizar con facilidad: es más posible que se infecte y también lo es que esta infección se difunda y por tanto, que conduzca a una gangrena que comporte finalmente la amputación.

Ante estos datos, qué duda cabe que el mejor tratamiento es la prevención y que ésta la deben de llevar a cabo un equipo multidisciplinar formado por un Endocrinólogo, un Podólogo, un Fisioterapeuta, un Cirujano Ortopeda y un Angiólogo-Cirujano Vascular realizando un diagnóstico precoz, controlando periódicamente y tratando enérgicamente los primeros signos o síntomas de alarma.