Trastorno por dolor sexual

Dolor al realizar el coito o al intentarlo. En muchos casos, el dolor hace imposible la penetración, y el miedo y ansiedad ante la posibilidad de intentarlo se intensifica y explica la evitación del contacto sexual.

El vaginismo, la causa de dolor sexual más frecuente, se produce por un espasmo involuntario de la musculatura vaginal, que impide realizar el coito y a menudo también introducir tampones, dedos o realizar la exploración ginecológica.

Causas

La dispareunia, o dolor sexual que no impide el coito, se explica por determinadas condiciones psíquicas, como la ansiedad, la educación sexual inadecuada, los antecedentes de trauma sexual o los conflictos de pareja, que pueden unirse a causas físicas como la falta de lubricación, infecciones vaginales, cicatrices, endometriosis, irritaciones por espermicida o látex, quistes ováricos o retroversión uterina.

Aproximadamente un 4% de mujeres sufre vaginismo primario. Suele descubrirse al intentar introducir tampones vaginales o al iniciar las primeras relaciones sexuales coitales, sea cual sea la edad en la que se inicien. En ocasiones, la mujer no busca ayuda profesional hasta que desea un embarazo.

En una muestra de mujeres de edades comprendidas entre 45 y 62 años, el porcentaje de dispareunia fue del 15%. Los cambios durante la menopausia afectan al confort coital en un elevado porcentaje de mujeres.

Tratamiento

El tratamiento del vaginismo se basa en el descondicionamiento progresivo del espasmo muscular causante del problema. Para ello, la paciente debe aprender a identificar la musculatura pélvica y aplicar una serie de técnicas que se prescriben en la consulta y la paciente lleva a cabo en su domicilio, siendo supervisadas regularmente por el terapeuta. Aunque se trata de una disfunción sexual que no suele resolverse sin ayuda (ya que cuanto más se insiste, más empeora), también es la disfunción sexual cuyo tratamiento es, de todas las disfunciones sexuales, el más exitoso y fácil.

El tratamiento de la dispareunia persigue romper la asociación entre sexualidad y dolor. Para ello, además de tratar las posibles causas orgánicas subyacentes, se emplean técnicas como la focalización sensorial, ejercicios de la musculatura pélvica o la dilatación vaginal progresiva.