TDAH

El 5% de la población adulta padece TDAH, siendo uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes, aunque la mayoría de esta población no sabe que lo padece.

Un 50-60% de los niños con TDAH mantendrán, aunque de manera distinta, la sintomatología propia del trastorno cuando sean adultos. La persistencia de estos síntomas apoyan el concepto de que el TDAH es un trastorno crónico para muchos pacientes.


¿Cómo se diagnostica el TDAH en los adultos?
El diagnóstico en los adultos, igual que en los niños y adolescentes, se basa en la identificación de los síntomas y signos a través de la historia clínica. Los tests neuropsicológicos los utilizaremos como apoyo para el diagnóstico y para evaluar las funciones ejecutivas del cerebro.


¿Cuáles son los requisitos para poder efectuar el diagnóstico?
Para que una persona pueda ser diagnosticada de TDAH, sus síntomas deben haberse iniciado en la infancia o adolescencia y haber comportado, un grado moderado de interferencia a nivel psicológico, social, académico.

En los adultos, el TDAH puede resultar de difícil diagnóstico por varias razones:

  • El trastorno va modificando sus características a lo largo de los años.
  • Los individuos afectados hallan la forma de compensar sus déficits.
  • Con frecuencia, el TDAH se asocia a otros problemas psiquiátricos (a menudo como consecuencia del propio trastorno) que pueden enmascarar su existencia.

¿Cuál es el tratamiento del TDAH?
El tratamiento se realizará a través de un equipo multidisciplinar con psiquiatras y psicólogos. El plan terapéutico se individualiza de acuerdo con los síntomas y objetivos concretos a alcanzar. A nivel farmacoterapéutico se suelen utilizar dos grandes grupos de fármacos en función del neurotransmisor diana: Estimulantes (metilfenidato: dopamina) I los No estimulantes (atomoxetina: noradrenalina). El tratamiento psicológico a grandes rasgos se centra en la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual y el entrenamiento personal (coaching).

En conclusión, nuestros objetivos son, por una parte, reducir los síntomas del TDAH mediante el tratamiento farmacológico y, por otra, permitir que la persona aprenda, mediante el tratamiento psicológico, a regular su conducta, desarrollar nuevos hábitos y manejar los problemas emocionales y cognitivos asociados.