¿Tu hijo podría tener altas capacidades? Claves para reconocer y acompañar
Cuando hablamos de altas capacidades solemos pensar en niños que sacan siempre las mejores notas o que destacan en todas las asignaturas. Sin embargo, la realidad es mucho más diversa.
Las altas capacidades no se limitan únicamente al rendimiento académico: tienen que ver con una manera particular de aprender, pensar y sentir que requiere ser reconocida y acompañada adecuadamente.
Claves para reconocer a un hijo con altas capacidades
Cada niño es único, no existe un perfil homogéneo, pero algunos indicadores frecuentes pueden ayudar a las familias a sospechar que su hijo podría tener un perfil de altas capacidades:
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Aprendizaje precoz: adquiere habilidades (como leer, hablar o resolver problemas) antes de lo habitual.
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Curiosidad intensa: hace muchas preguntas y busca comprender en profundidad.
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Memoria excepcional: recuerda con facilidad información, incluso detalles aparentemente irrelevantes.
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Pensamiento complejo: establece conexiones entre ideas, formula hipótesis y busca explicaciones más allá de lo evidente.
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Creatividad: propone soluciones originales, disfruta inventando o imaginando escenarios nuevos.
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Sensibilidad emocional: percibe y siente con intensidad, mostrando empatía o preocupaciones poco comunes para su edad.
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Necesidad de retos: puede aburrirse si las actividades son demasiado fáciles o repetitivas.
Es importante tener en cuenta que no todos los niños con altas capacidades se comportan igual. Algunos pueden mostrar un rendimiento académico brillante, mientras que otros, por falta de motivación o adecuación escolar, pueden llegar al fracaso escolar.
Cómo acompañar a un hijo con altas capacidades
Reconocer la existencia de altas capacidades es solo el primer paso. Para ello, es necesaria una valoración realizada por un profesional que las identifique adecuadamente. Sin embargo, lo más relevante viene después: proporcionar un entorno que favorezca su desarrollo integral, tanto en el ámbito intelectual como en el emocional.
Algunas recomendaciones para ello son:
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Escucha y valida sus inquietudes: fomenta sus intereses, sin presionaro..
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Fomenta intereses diversos: más allá del ámbito académico, ofrece experiencias en deporte, arte o actividades sociales.
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Proporciona los retos adecuados: actividades que estimulen su pensamiento y creatividad.
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Estimula la curiosidad: responder a sus preguntas, facilitar el acceso a la información, materiales y experiencias variadas.
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Respeta sus tiempos emocionales: no olvidemos que, aunque pueda razonar como un adulto, sigue siendo un niño.
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Apoya la gestión emocional: acompaña en la tolerancia a la frustración y en el desarrollo de habilidades socioemocionales.
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Acompaña en la construcción de su identidad: ayudarle a aceptar y valorar sus diferencias.
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Colabora con la escuela: es fundamental que el centro educativo esté informado y pueda aplicar las medidas de intervención educativa adecuadas.
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Busca apoyo: un profesional especializado puede orientar mejor sobre sus necesidades escolares, personales y familiares.
En definitiva, identificar y atender a vuestros hijos con altas capacidades es una responsabilidad educativa y social. Solo con una respuesta integral, coordinada entre profesionales, escuela y familia, podremos garantizar que estos niños y niñas desarrollen plenamente su potencial, en un entorno que favorezca su bienestar y su equilibrio personal.