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Nuestras emociones juegan un papel importante en nuestra salud

Según los cardiólogos "Incluso una emoción aguda con una intensa descarga de adrenalina, puede desencadenar la ruptura de las placas de colesterol y provocar un infarto. De ahí la importancia, de practicar la cordialidad".

Según estas palabras, las emociones pueden afectarnos a dos niveles: a nivel mental y también a nivel físico. Hemos hablado con el Dr. Majó, psiquiatra en el Centro Médico Teknon-Grupo Quirónsalud para que nos explique la relación entre emociones y bienestar físico.

Imagen que refleja doble personalidadImagen que refleja doble personalidad


Hasta mediados del siglo XX se consideraba que un individuo gozaba de buen estado de salud cuando estaba carente de enfermedad. Será en 1947 cuando la OMS redefinió el concepto de salud en el hombre considerándolo como "un estado de completo bienestar en lo físico, mental y social". Así pues, desde entonces consideramos que un individuo gozará de un estado saludable en función del equilibrio que exista entre estas variables: estabilidad somática, estilo de vida y actitud que se tenga frente a los acontecimientos vitales.


Teniendo en cuenta que el origen de muchas enfermedades existe un componente psíquico como factor causante o influente, cabe destacar que las características de personalidad y el manejo que realizamos de las emociones en circunstancias adversas son factores a tener en cuenta en el proceso de enfermar.


Podríamos definir emoción como un sentimiento intenso, de duración breve y de aparición normalmente inmediata que van acompañadas de un cortejo neurovegetativo agudo. Su principal objetivo será configurar al individuo un estado de alerta, de activación cerebral para que pueda responder de una forma adaptativa frente al estímulo causante de dicha emoción.

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Es absolutamente saludable y adaptativo tener respuestas emocionales. De hecho, como hemos comentado antes, estas ejercen una función catalizadora para que el individuo recupere su equilibrio físico-psicológico. Sin embargo, cuando estas son desajustadas en cuanto a su intensidad o frecuencia pueden generar una vulnerabilidad orgánica y sobrevenir un trastorno de salud tanto físico como mental.


En estudios publicados en los años 90 se puso de manifiesto que los pacientes que experimentaban alteraciones emocionales (ansiedad crónica, ira, hostilidad continua o estados de tristeza patológicos, prolongados en el tiempo) tenían el doble de riesgo de contraer enfermedades coronarias.


De este conocimiento concluimos que las emociones juegan un papel influyente en el proceso de la salud y pueden ser consideradas como un factor de riesgo para patologías neuroendocrinas, autoinmunes cardíacas e infecciosas.

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