Vasculitis

Las vasculitis son un grupo heterogéneo de enfermedades inflamatorias que afectan los vasos sanguíneos, incluyendo arterias, venas y capilares. La inflamación puede causar daño a la pared de los vasos sanguíneos y comprometer el flujo sanguíneo a los órganos afectados. El diagnóstico y tratamiento de las vasculitis pueden ser complejos, ya que existen múltiples subtipos con presentaciones clínicas y patrones de laboratorio diferentes. Clásicamente las vasculitis se dividen por el tipo de vasos a los que afectan:

Vasculitis de grandes vasos: Afectan principalmente a las arterias de gran calibre, como la arteria aorta y sus ramificaciones. El tipo más común es la arteritis de células gigantes, que se presenta en personas mayores de 50 años y puede causar dolor de cabeza, fiebre, pérdida de peso, dolor muscular y fatiga.

Vasculitis de medianos vasos: Afectan a las arterias de tamaño medio, como las que irrigan el tracto gastrointestinal y los pulmones. Un ejemplo de este tipo de vasculitis es la poliarteritis nodosa, que puede causar dolor abdominal, pérdida de peso, fiebre y erupciones en la piel.

Vasculitis de pequeños vasos: Afectan a las arteriolas, capilares y vénulas, que son los vasos más pequeños del cuerpo. Ejemplos de este tipo de vasculitis son la granulomatosis con poliangitis y la poliangeítis microscópica, ambas asociadas a la presencia de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) y que pueden causar síntomas como tos, dificultad para respirar, dolor articular, erupciones en la piel y problemas renales.

Vasculitis cutáneas: Afectan principalmente a los vasos sanguíneos de la piel y se presentan como erupciones cutáneas. Ejemplos de este tipo de vasculitis son la púrpura de Henoch-Schönlein y la vasculitis leucocitoclástica, que se caracterizan por la presencia de púrpura (manchas rojas y moradas en la piel) y dolor articular.


Tratamiento de las vasculitis:

El tratamiento de las vasculitis depende del tipo y la gravedad de la enfermedad. En general, se utilizan altas dosis de esteroides y medicamentos inmunosupresores para controlar la inflamación y prevenir el daño a los órganos afectados. También se pueden utilizar otros tratamientos, como plasmaféresis y terapias biológicas, dependiendo del tipo de vasculitis y la respuesta al tratamiento inicial.