Enfermedad de Paget

La enfermedad de Paget ósea es un trastorno esquelético crónico que se caracteriza por un proceso de remodelación ósea anormal.


Epidemiología:

La enfermedad de Paget ósea afecta principalmente a personas mayores de 50 años, con una prevalencia que varía según la región geográfica. Es más común en Europa, Australia, Nueva Zelanda y América del Norte, y menos frecuente en Asia y África. Se desconoce la causa exacta de la enfermedad, pero se cree que puede estar relacionada con factores genéticos y ambientales.


Etiopatogenia:

La enfermedad de Paget ósea se caracteriza por un aumento excesivo de la actividad de los osteoclastos (células encargadas de la reabsorción ósea) y de los osteoblastos (células encargadas de la formación ósea). Esto provoca un aumento en la cantidad de hueso, pero de una calidad deficiente, lo que puede llevar a complicaciones como deformidades óseas, fracturas patológicas y dolor.


Diagnóstico:

El diagnóstico de la enfermedad de Paget ósea se realiza mediante una combinación de técnicas de imagen (radiografías, gammagrafía ósea, tomografía computarizada o resonancia magnética), análisis de sangre para medir los niveles de fosfatasa alcalina y otros marcadores óseos, y evaluación clínica del paciente. Los síntomas de la enfermedad pueden incluir dolor óseo, deformidades, fracturas patológicas, alteraciones en la marcha, pérdida de audición, dolor de cabeza y problemas de visión.


Tratamiento:

El tratamiento de la enfermedad de Paget ósea depende de la gravedad de la enfermedad y de los síntomas que presente el paciente. En general, se utilizan medicamentos para inhibir la actividad de los osteoclastos (como el ácido zoledrónico o el pamidronato), para reducir el dolor (como los antiinflamatorios no esteroideos o los analgésicos opioides) y para mejorar la función ósea (como la vitamina D y el calcio). En casos graves, se puede considerar la cirugía para corregir deformidades óseas o para reforzar huesos que estén en riesgo de fractura.