Hoy 29 de septiembre con motivo del Día Internacional del Corazón, desde el Instituto del Corazón Teknon, el Dr.Xavier Ruyra, Jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca, habla sobre la evolución de la Cirugía del Corazón.

Las enfermedades cardiovasculares son hoy en día la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres, y ocasionan múltiples problemas de salud a los pacientes que las padecen. En ocasiones, para poder prolongar o mejorar la vida de estos pacientes es necesario realizar procedimientos complejos y de riesgo.

Hay una cosa en la que todos coincidimos: nadie quiere operarse. Y, si no hay más remedio que hacerlo, queremos salir airosos de la operación, no padecer dolor, estar poco tiempo en el hospital y volver a nuestra vida activa lo antes posible y en las mejores condiciones. Afortunadamente, en la actualidad podemos operar a pacientes cada vez más añosos, más complejos y de mayor riesgo, con procedimientos muy poco agresivos y con resultados excelentes. Pero el camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil.

Si bien no hay constancia escrita, se dice que Theodore Billroth (1829-1894), padre de la cirugía gastrointestinal, habría sostenido en un congreso en Viena que "el cirujano que trate de suturar una herida de corazón puede estar seguro de perder para siempre la consideración de sus colegas". Quien sí dejó constancia escrita a este respecto fue Stephen Paget (1855-1926), quien, en 1896, publicó The Surgery of the Chest, primer libro de cirugía torácica, en el que afirmó textualmente: "La cirugía del corazón probablemente haya alcanzado los límites que señala la naturaleza para toda cirugía; ningún nuevo método, ningún descubrimiento nuevo pueden evitar las dificultades naturales que plantea una herida de corazón"[i].

Hoy podemos decir con seguridad que ambos estaban muy equivocados.

La cirugía del corazón se inició en 1815, cuando el español Francisco Romero realizó con éxito la primera toracotomía seguida de una apertura del pericardio. Aunque los primeros logros importantes no se produjeron hasta la década de los cuarenta del siglo XX.

A partir de 1950, la cirugía cardiaca abierta empezó a realizarse cada vez con más frecuencia, y la incisión más utilizada fue la esternotomía media, es decir, cortar con una sierra quirúrgica el hueso esternón, que se sitúa en la parte anterior del pecho, y a través de esa abertura, de unos 20 - 25 cm, acceder ampliamente al corazón. Esto se ha venido conociendo coloquialmente como cirugía a corazón abierto.

Al acabar la intervención, cerramos las dos mitades del hueso esternón abierto mediante suturas, tipo alambres esternales de acero inoxidable o grapas de nitinol, que ya quedarán ahí para siempre. Al cabo de aproximadamente un mes o mes y medio, las dos mitades del esternón ya se habrán consolidado y el tórax adquirirá mayor estabilidad.

Evidentemente, el acceso por esternotomía media completa permite una exposición muy buena de todo el corazón y mucho espacio para que los cirujanos podamos realizar las intervenciones de forma cómoda. Sin embargo, un abordaje tan agresivo provoca mucho trauma sobre los tejidos y el hueso, mayor pérdida de sangre, más dolor hasta que la fractura vuelve a soldar, y una gran cicatriz en una zona muy visible del pecho. Además, pueden aparecer complicaciones, como defectos de cierre con dehiscencia esternal, ruptura o movimiento de los alambres, fracturas óseas, hematomas o infecciones, que en ocasiones pueden ser muy graves, si afectan al hueso o a las estructuras vecinas del mediastino.

Por todo ello, la moderna cirugía cardiaca ha ido evolucionando hacia la llamada cirugía mínimamente invasiva o transcatéter.En esta nueva filosofía, no solamente se busca poder realizar las intervenciones a través de incisiones más pequeñas y, consecuentemente, menos agresivas, sino que también se agrupan toda una serie de elementos que favorecen el proceso global del paciente y mejoran los resultados de forma significativa.

En nuestro Servicio de Cirugía Cardiaca, en el Instituto del Corazón Centro Teknon, hemos desarrollado el programa Smart Cardiac Surgery,que incluye: cirugía mínimamente invasiva o transcatéter, cirugía de reparación valvular evitando el uso de prótesis artificiales, operaciones sin necesidad de transfusiones, despertar en el quirófano justo al acabar la intervención y control máximo del dolor posoperatorio.

Desde hace ya muchos años, más del 75% de todas las operaciones cardiovasculares que realizamos –y casi el 90% de problemas de válvulas– se han llevado a cabo sin necesidad de cortar el hueso esternón ni las costillas, con incisiones mucho más pequeñas, casi invisibles (acceso transaxilar) o inexistentes (procedimientos por catéter). Eso se ha traducido en mucha menor agresión para los tejidos, y las ventajas que con este nuevo abordaje se han logrado han sido claras: menos dolor, menor pérdida de sangre, tasas de infección muy bajas, recuperación funcional y de la movilidad más rápida y vuelta a la normalidad (laboral, deportiva, lúdica, sexual…) antes y en mejor estado.

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Así, podemos decir con rotundidad que hemos dejado muy atrás la famosa cirugía a corazón abierto para entrar en una nueva era donde podemos operar por pequeños orificios o a través de catéteres especiales que evitan muchas de las molestias y complicaciones de la gran cirugía abierta. En la actualidad, la moderna cirugía cardiaca ofrece la posibilidad de realizar una cirugía mínimamente invasiva o por catéter en una gran mayoría de los casos, manteniendo todos los estándares de seguridad para el paciente, los mejores resultados y la mayor calidad asistencial.


[1] Zalaquett, R. (2022). Desarrollo histórico de la cirugía cardiovascular. Revista médica Clínica Las Condes, 33(3), 192-200. https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2022.03.017Este enlace se abrirá en una ventana nueva