Riesgo cardiovascular

Las enfermedades cardiovasculares (CV) constituyen la primera causa de mortalidad de la población adulta. Nos referimos a patologías relacionadas con el corazón (cardio) y las arterias (vascular). Así pues, los principales componentes son la enfermedad de las arterias coronarias y la enfermedad cerebrovascular.

A pesar de los avances en medidas de prevención cardiovascular, se prevé que su incidencia aumentará aún más con el incremento de la edad media poblacional. Mediante las medidas de prevención primaria se ha conseguido reducir la mortalidad por enfermedad cardiovascular global. Por ello, es importante identificar a las personas en riesgo de sufrir eventos de enfermedad cardiovascular de forma precoz para poder establecer conductas saludables y/o terapéuticas para reducir el riesgo potencial.

¿Cómo se inicia la enfermedad cardiovascular?

La enfermedad se inicia con la arteriosclerosis. Se trata de la formación de placas de grasa en las paredes arteriales que lleva a la obstrucción progresiva la arteria. Cuando la obstrucción de las arterias coronarias llega alrededor del 70%, aparece la angina de pecho; cuando la obstrucción es completa, el infarto de músculo del corazón. Y cuando la obstrucción se produce en las arterias del cerebro, aparece la embolia cerebral.

Este proceso arterial inflamatorio se inicia a edades tempranas, a partir de los 30 años, y pueden pasar décadas sin el desarrollo de síntomas. Por ello se la llama el "asesino silencioso". No sabemos cuándo se empiezan a endurecer nuestras arterias y tampoco cuándo se inicia el trombo que puede cerrarlas.

Por ello es recomendable la realización de un chequeo cardiovascular para identificar aquellos sujetos en riesgo de futuros problemas vasculares.

¿Qué puede provocar la arteriesclerosis?

Los mismos factores de riesgo cardiovascular:

  • Hábitos: si usted fuma, tiene hipertensión, colesterol alto o diabetes está en riesgo.
  • Ejercicio: si no realiza ejercicio regularmente o tiene sobrepeso también está en riesgo.
  • Genética: si algún miembro de su familia ha sufrido un infarto, angina de pecho o embolia cerebral está en riesgo.