Dispareunia

La dispareunia es el dolor genital al inicio, durante o después de la relación sexual. La diferencia con el vaginismo es que, en la dispareunia, la penetración es posible.

¿Cuáles son las causas?

La dispareunia puede ser causada por numerosos factores médicos: falta de lubricación vaginal, infecciones vaginales, irritaciones por espermicida o látex, cicatrices dolorosas, endometriosis, quistes ováricos o retroversión uterina.

Otra causa frecuente es el exceso de tensión en la musculatura pélvica.

Finalmente, determinadas condiciones psíquicas, como la ansiedad, la educación sexual inadecuada, los antecedentes de trauma sexual o los conflictos de pareja pueden ser también causa de dispareunia.

¿Cuántas personas sufren dispareunia?

En una muestra de mujeres de edades comprendidas entre 45 y 62 años, el porcentaje de dispareunia fue del 15%. Aunque esta cifra pueda variar según los estudios consultados, muestra que se trata de un problema frecuente.

¿Cómo se diagnostica la dispareunia?

La dispareunia se diagnostica mediante una exploración ginecológica, que debe descartar los posibles factores orgánicos, y una exhaustiva historia clínica, que incluya aspectos psicológicos y de pareja, aspectos sexuales y características específicas de la disfunción, como la localización y el tipo de dolor que padece la paciente. Si se precisa, puede solicitarse una analítica hormonal y, si se sospecha una hipertonía de la musculatura pélvica, podemos recurrir al biofeedback electromiográfico para objetivarla.

¿Cuáles son los tratamientos para la dispareunia?

El tratamiento de la dispareunia persigue romper la asociación entre sexualidad y dolor. Para ello, además de tratar las posibles causas orgánicas subyacentes, se emplean técnicas como la focalización sensorial, ejercicios de la musculatura pélvica o la dilatación vaginal progresiva. También se proporciona información para aumentar las habilidades y el repertorio sexual, de cara a conocer posturas o técnicas en las que no se produzca el estímulo doloroso, y se tratan los pensamientos negativos que empeoran el afrontamiento del dolor.

En determinados casos, puede ser de ayuda un tratamiento farmacológico que reduzca la tensión muscular o la percepción del dolor.